Dermatólogas alertan en Gualeguaychú por el uso de camas solares: “El daño es silencioso y queda para toda la vida”
Especialistas locales advierten que estos dispositivos —clasificados por la OMS como carcinógenos del Grupo 1— emiten hasta 15 veces más radiación UV que el sol. Enfatizan que no existe el “bronceado saludable” y piden extremar cuidados ante el aumento de consultas durante el verano.
Con la llegada del calor y el incremento de personas que buscan acelerar el bronceado, profesionales de la salud en Gualeguaychú volvieron a encender las alarmas sobre una práctica que, pese a los riesgos comprobados, mantiene una alta demanda: las camas solares.
En la ciudad, dermatólogas consultadas remarcan que estos equipos representan uno de los mayores factores de riesgo para desarrollar cáncer de piel. El dato no es menor: la Organización Mundial de la Salud las clasifica dentro del Grupo 1 de agentes carcinógenos, la misma categoría donde se encuentra el tabaco.
La dermatóloga Maricel Pérez y la médica María Emilia Suárez, especialista en Medicina Interna y Dermatología, explicaron a este medio por qué el peligro es mucho más profundo de lo que suele creerse y qué ocurre dentro del cuerpo cuando una persona se expone a este tipo de radiación artificial.
“El problema central es que las camas solares emiten radiación UVA en niveles hasta 15 veces superiores a los del sol. Esa radiación penetra profundamente en la piel, altera el ADN celular y potencia de manera drástica el riesgo de cáncer”, detalló Pérez.
La especialista remarcó un dato que debería funcionar como advertencia contundente: utilizar camas solares antes de los 35 años aumenta hasta un 75% la probabilidad de desarrollar melanoma, el tipo de cáncer de piel más agresivo. Pero el riesgo no termina allí: también incrementa las chances de carcinoma basocelular y espinocelular.
A diferencia de la exposición solar natural, donde la radiación UVB provoca enrojecimiento o quemaduras que alertan sobre el exceso, la radiación UVA que predomina en las camas solares no genera señales visibles inmediatas. Esa ausencia de “aviso” —explican las profesionales— lleva a muchas personas a repetir sesiones con la falsa sensación de seguridad, cuando en verdad el daño celular ya está instalado.
“La piel no olvida la radiación UV. Cada sesión suma mutaciones nuevas. El daño no es agudo ni inmediato, es acumulativo. Las manifestaciones aparecen muchos años después”, enfatizó Pérez, quien también señaló que, una vez que los carcinomas o melanomas se desarrollan, es imposible diferenciar si el origen fue la exposición solar o el bronceado artificial, porque el mecanismo de daño es exactamente el mismo.
El impacto no solo se traduce en riesgo oncológico. Pérez detalló que la radiación UVA alcanza la dermis, donde genera radicales libres capaces de oxidar proteínas y membranas celulares. Ese proceso deriva en fotoenvejecimiento acelerado: pérdida de colágeno, flacidez, arrugas precoces y aparición de manchas que muchas veces se manifiestan incluso en personas jóvenes.
“Hablar de ‘bronceado saludable’ es un error. No existe. Todo bronceado es un mecanismo de defensa que indica que la piel está siendo lastimada”, coincidieron ambas profesionales.
En Gualeguaychú, la preocupación crece porque cada verano se multiplican las consultas por lesiones sospechosas, manchas nuevas y quemaduras previas al inicio de la temporada. Las médicas insisten en que la prevención —uso adecuado de protector solar, evitar camas solares y controles dermatológicos anuales— es la herramienta más efectiva.
Mientras la tendencia al “bronceado express” continúa, los especialistas locales piden tomar conciencia: el daño por radiación ultravioleta no avisa, no duele y se acumula. Y, cuando aparece, muchas veces ya es tarde.
FUENTE: AHORA El Día
